El Regreso de Nórax

Han pasado varios años desde que se publicó el volumen anterior de la Saga, en que Nórax quedaba en posición comprometida, arrojado de El Pitio al mar por una ola desenfrenada, hundiéndose sin remedio en un mar embravecido.

Años, en los que la historia que continuaba ha estado escrita, pero no publicada. Años que he dedicado más al blog personal de noticias y reseñas sobre género fantástico, que finalmente ha conseguido llamarse Berserkr, una vez he podido recuperar el nombre del fanzine como dominio (aunque ahora se encuentra también algo abandonado).

Pero sí, la historia de Nórax continúa, y sus aventuras junto a Heracles finalizan, en Eritia, la Isla Roja, convertido ahora en ese heraldo que anunció la diosa, preludio de muerte… junto al terror mas abyecto y primordial de Discordia, y el amor de Eriteia.

 

Personajes y tramas secundarias.

Gerión. Extraña figura Triple <<Previo

HeraclesGerionganado2

La información disponible en los textos antiguos sobre el décimo trabajo de Heracles, “Tomar los bueyes de Gerión sin pedirlos ni pagarlos”, es de las más numerosas que se encuentra entre las diferentes tareas, y muy superior en riqueza y personajes a muchas de ellas.  Nombres como Gerión, Calírroe, Menetes, Euritión u Ortro, son citados expresamente en la propia crónica y sus desarrollos; y por si fuera poco, al eje central de la historia, la propia aventura en sí, se añaden personajes y relaciones colaterales que la enriquecen y acrecientan (Crísaor, Pegaso, Anteo, Equidna, …incluso Tifón, el gran enemigo de los dioses olímpicos).  Con todos ellos disponía de materia suficiente para desarrollar una novela de aventura fantástica.

 Pero cuando acudí a las fuentes clásicas para ampliar la base del mito, aparecieron ante mí nuevas referencias, inesperadas y ocultas; relaciones entre personajes que difícilmente podían ser achacadas a una simple coincidencia, y abrían nuevas puertas al misterio: Gerión es hijo de Calírroe y Crísaor.  Este, junto a Pegaso, nació de Medusa, la Gorgona que fue perseguida, muerta y decapitada por Perseo; quien a su vez es abuelo de Heracles… que recibe el encargo de ir contra Gerión.

Círculos y más círculos que se cierran dentro de una misma historia, pero que son olvidados –quizás adrede– por la propia Historia en sí, pues en ella no se cita referencia alguna a ellos…

Demasiado extraño  e inquietante como para dejarlo pasar…

Al principio sólo me movía el interés de escribir una historia de fantasía épica, en un reino semimítico, perdido, y cercano a mis raíces…

Pero cuando de las fuentes documentales comienzan a surgir misteriosas tramas secretas ocultas en la protohistoria, que se entremezclan y confunden en sí mismas; o enfrentamientos entre religiones pretéritas, que entrañan sin embargo el origen de la sumisión ancestral de la mujer al varón que ha regido en nuestra cultura, desarrollar personajes, investigar esas tramas, y desentrañar sus motivaciones encubiertas, se convirtieron en tareas auto-impuestas durante el proceso creativo de la obra (que, como he dicho, se iba desenvolviendo sola y por su cuenta), algo que para mí ha supuesto una de las tareas más agradables y seductoras que he encontrado a lo largo de mi vida.

Espero haber conseguido transmitir al lector lo mucho que disfruté realizándola.

Gerión. Extraña figura triple.

Heracles y GerionYa en tiempos pretéritos, muy cercanos al mito que describimos, la figura de Gerión –o Geriones– fue causa de un extraño atractivo entre los griegos, muy superior al de cualquier otro de los numerosos personajes que aparecen en las tareas y gestas que realizó Heracles, su héroe por antonomasia.  Vasijas, platos y pinturas de frescos murales reproducían su concepto triple, representado en la ficción poética como un ser de tres cuerpos (a veces, incluso con alas).  Un éxito achacable, con seguridad, a una concepción exótica del personaje.

Porque si algo queda claro en el trasfondo del mito, y de ahí su importancia, es que Gerión, su naturaleza y carácter triple, no es de origen griego, sino que proviene de una cultura externa.  Al contrario que otros personajes y familiares, el nombre de Gerión, como el de Nórax, parece tener carácter autóctono de Tartessos.  Algunos han querido ver en él  cierta influencia babilonia (por las numerosas semejanzas entre los mitos de Heracles y Gilgamesh), o indoeuropea (por la trinidad de Indra, Mitra y Varuna).  Otros –Robert Graves entre ellos–, se inclinan por la celta-irlandesa (Brian, Iuchar e Iucharba, cuyo hijo era el dios Sol celtíbero: LlewLug o Lugo)…  aunque parece olvidar que el mito tartesio es anterior a los celtas, y que incluso hay quienes sitúan ciertos orígenes celtas en la península ibérica.

La tardía aceptación de Tartessos como realidad no ficticia ha contribuido a generar esa cierta dispersión, la falta de criterio y fuerza para afirmar la opción autóctona frente a influencias externas.  Hoy, sin embargo, podemos defender –con tanta fuerza al menos como las anteriores teorías– un origen tartesio para el personaje, y corroborarlo con textos de autores de prestigio como los ya citados Bermejo Barrera, Maluquer de Motes, Caro Baroja, o Vázquez Hoys.

Gerión era un personaje de carácter triple que, al amparo de un culto imaginario a la Triple Diosa imperante en la isla crepuscular de Eritia, me interesaba desarrollar.

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Heracles. La difícil tarea de datar una leyenda (II)

<< Previo: Heracles. La difícil tarea de datar una leyenda (I)

Nuevos datos muy recientes permiten afinar las posibles fechas de una aproximación teórica a la leyenda de Heracles, en base a hechos comparados:

En 2008, aparecía en Scientific American la reseña de un estudio de la Universidad Rockefeller, en el que los investigadores Baikouzis y Magnasco databan el eclipse total de sol que anunció el regreso de Odiseo a Ítaca(1).  Siguiendo las numerosas referencias astrológicas que Homero refleja en la obra para la Luna nueva, el movimiento de Mercurio, Venus, o la constelación del Boyero y las Pléyades, y utilizando un programa informático de astronomía para analizar las diferentes opciones posibles durante 135 años, fijaron la fecha del 16 de abril de 1178 para el suceso.  Si el viaje de Odiseo duró 10 años, los mismos que la guerra de Troya, la toma de la ciudad se produjo realmente en 1188, cuatro años antes que lo indicado por Eratóstenes; y la muerte y deificación de Heracles pasaría a suceder alrededor de 1218 a.C., a los 68 años de edad, como veremos.

Pero no sólo su muerte puede ser aproximada a través de un eclipse; también su nacimiento, si como tal debemos entender la prolongación de una noche en tres que Zeus provocó para gozar de Alcmena y engendrarlo, según la Epítome a la «Biblioteca» de Apolodoro.  De la lista de eclipses solares de la Nasa para el siglo XIII a.C., sólo dos, dentro del rango de fechas posibles, suceden en las cercanías de Grecia: el 15 de abril de 1284, y el 10 de febrero de 1286.  Personalmente, me inclino por éste, por su mejor ajuste al resto de fechas.

Tomándolo como base, el nacimiento de Heracles se produjo el mes de noviembre de 1286 a.C., posiblemente el día 4, elegido por los antiguos griegos para su celebración mensual; y desde esta fecha se puede iniciar una aproximación a la reconstrucción teórica de su cronología:

AÑO CRONOLOGÍA DE SUCESOS EDAD
1286 Concepción y nacimiento
1270 Estudios con Lino, Téutaro y Anfitrión 16
1268 Inicio aventuras, El León de Citerón 18
1267 Victoria sobre Orcómeno 19
1266 Casamiento con Mégara.  Nace Yolao 20
1254 Locura, Oráculo de Delfos, Admeto, Tirinto 32
1253 Euristeo, León de Nemea, Hidra, Cierva 33
1252 Viaje a Hiperbórea, Jabalí de Erimanto 34
1251 Argonautas, Augías, Estínfalo, y Creta 35
1250 Diomedes (Tracia) y Amazonas (Cólquide) 36
1249 Viaje a Tartessos, Anteo y Gerión 37
1248 Viaje a las Hespérides 38
1247 Liberación Prometeo y descenso a Infiernos 39
1246 Queda libre de Euristeo 40
1218 Muerte y deificación 68

Puntualizaciones:

  • Como se ve, la fecha que da Jerónimo para los estudios con Lino (1264) no coincide con otros datos, por cuanto la formación tuvo lugar antes de iniciar sus aventuras a los 18 años; a no ser que suceda más tarde, cuando ya está casado y Anfitrión muerto.  Por el contrario, situar su regreso a Tirinto y el inicio de su reinado en 1254, coincide con la finalización de las tareas en 1246, y la indicación de Eusebio de 36 años hasta su muerte. También la nueva datación para la toma de Troya (1188) tiene lugar antes de los 33 años que irían entre su muerte y las de Cástor y Póllux.
  • Los hechos narrados en Las Columnas de Heracles tendrían lugar, por tanto, durante el año 1249 a.C.
  • He situado la etapa de formación del tirintio con sus maestros en 1270, a la edad de 16 años.  Puede ser cualquier otra fecha previa, hasta los 18, cuando inicia sus hazañas, pero con tiempo a celebrar el juicio por la muerte de Lino y su estancia en Citerón, tras ser alejado de la ciudad por Anfitrión debido a su carácter.
  • Las nupcias de Heracles y Mégara (e Ificles con Automedusa) bien pueden ser un año antes, justo tras la batalla y victoria sobre los minias; pero 1266 sería el año de nacimiento de Yolao.  Esto hace que tenga 12 cuando le acompaña a Delfos, y 13 cuando se convierte en su auriga o escudero en las pruebas.
  • Se cita la fecha de 1250 a.C. como posible para la construcción de la famosa Puerta de los Leones en Micenas.  De ser así, bien podría haberse hecho para celebrar la victoria sobre las Amazonas (aunque dudo que como homenaje a Heracles y su piel de león; pero quién sabe…).  Teseo no sería por entonces el rey de Atenas, sino su padre Egeo (2).

NOTAS:

  1. www.scientificamerican.com Nota de J. R. Minkel, de 23 de Junio de 2008
  2. Se duda bastante de la presencia de Teseo en la expedición aliada a Cólquide contra las Amazonas.  Hay quien asegura que podría haber sido añadida con posterioridad, a fin de justificar la presencia helena en la victoria frente a las mujeres-luna

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Heracles. La difícil tarea de datar una leyenda (I)

No es fácil ponerle fechas al mito.  Por mucho que oculte un trasfondo de realidad, una posible historia real perdida, no existen documentos de la época que lo acrediten sino referencias tardías, transmitidas de forma oral, y adornadas con la fantasía popular. Pero no es del todo imposible.

Evémero de Mesina (330–250 a.C.), padre de la corriente hermenéutica(1) conocida como evemerismo, indicaba que el mito recoge situaciones o hechos de personas reales; y los dioses, cuando no representan a fenómenos naturales, sólo son hombres, héroes, sabios, o soberanos eminentes, divinizados por admiración popular.  De esta forma, el procedimiento evemerista pretende encontrar el significado oculto en los mitos, y su verdadera naturaleza histórica o social.  Es la base de la teoría antropológica de la religión que desarrolla Ludwig Feuerbach (1804–1872), padre del humanismo ateo contemporáneo, de gran influencia en el materialismo crítico de Bakunin, Carl Marx o Hengel.  La arqueología moderna se ha encargado de demostrar (el mejor ejemplo es el descubrimiento de Troya por Schliemann en 1871) que la concepción evemerística del mito puede ser realidad.  Y su datación posible, si se utilizan de base referencias o hechos coetáneos confirmados.

Respecto al mito de Heracles, otros lo han intentado.  Y no cualquiera: el mismo San Jerónimo, uno de los grandes Padres de la Iglesia católica romana.  También Eusebio, obispo de Cesarea aporta datos, en base a textos de Apolodoro(2).  Veamos algunos:

Jerónimo de Estridón (340–420 d.C.) consagró toda su vida al estudio de las Sagradas Escrituras, y es considerado por muchos el mejor en este oficio; su traducción de la Biblia al latín, la conocida Vulgata (edición para el pueblo) ha sido el texto bíblico oficial de la iglesia católica romana hasta su nueva redacción, en 1979.  Jerónimo fue también un lector apasionado de los grandes autores romanos y griegos, cuya obra conocía de memoria, y anotó.  En su «Chronicon», junto a otros hechos de la antigüedad, cita al menos dos fechas sobre figura de Heracles: 1246 a.C. como el año en que finaliza sus tareas para Euristeo, y 1264 a.C. para cuando Lino era su maestro en Tirinto (aunque, como indico más tarde, esta fecha no cuadra con el desarrollo cronológico de los hechos).

Eusebio de Cesarea (275-339 d.C.) es considerado el padre de la historia de la Iglesia, pues son suyos los primeros relatos sobre el cristianismo primitivo (además de las copias de unas supuestas cartas entre Jesús y Abgaro, rey de Edesa).  Entre sus escritos se encuentra la «Praeparatio Evangelica», donde encuentra cierto advenimiento al cristianismo entre los mitos griegos, y compara las figuras de Jesús y Orfeo; también dedica un extenso capítulo a las hazañas de Heracles.  En otra de sus obras, «Crónica» (en griego, Pantodape historia, o Historia Universal) realiza una recopilación de la historia de distintas naciones, y tablas cronológicas comparadas de los hechos.  Ambas obras fueron tenidas en cuenta por San Jerónimo.

De acuerdo a la «Praeparatio Evangelica», Clemente(3) afirma: «entre el reinado de Hércules en Argos y la deificación del propio Hércules y de Asclepio hay comprendidos treinta y seis años según Apolodoro el cronista, y de ese momento a la deificación de Cástor y Pólux treinta y tres años, y en algún momento de este tiempo sucedió la captura de Troya.»  Con este texto, y utilizando la fecha anterior de Jerónimo como base para su reinado en Tirinto (1264 a.C.), hay quien asegura que la muerte y deificación de Heracles habría tenido lugar alrededor de 1226 a.C. Eratóstenes fijó la guerra de Troya entre 1194 y 1184 a.C, es decir, que las fechas podrían coincidir.

Sin embargo, nuevos datos muy recientes nos van a permitir afinar más estas apreciaciones…

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NOTAS:

  1. El conocimiento o arte de interpretación (principalmente de textos) a fin de determinar su verdadero significado.
  2. Apolodoro de Atenas (180-119 a.C) gramático, historiador y mitógrafo griego.
  3. ¿Clemente de Alejandría (150–215 d.C.)?

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Heracles. Sobre Trabajos y otras Tareas.

No todos los autores que enfocan el tema se ponen de acuerdo en el orden de las tareas impuestas a Heracles.  Es más, pocos coinciden realmente en varias de ellas.  En mi caso, y puesto que no afecta a la secuencia de las historias, opté por utilizar el propuesto por el maestro inspirador, Robert Graves, tanto en «El Vellocino de Oro» como «Los Mitos Griegos».

He procurado incluir también algunas de las tareas menores incorporadas a su biografía, en orden supuestamente cronológico; como su participación en la boda de Admeto, la expedición de los argonautas, la resurrección de Alcestis, o el enfrentamiento con Anteo.  Concretamente en este último caso tampoco hay consenso entre los diferentes autores, puesto que unos lo sitúan en su décimo trabajo y otros en el siguiente (Las Manzanas de Oro del jardín de las Hespérides, de nuevo en el confín tartesio del mundo).  Me ha gustado recogerlo junto al de Gerión, como ya hiciera a finales del siglo XV Annio de Viterbo(1) en su «Commentaria», siguiendo a Diodoro Sículo(2).

Otro episodio respecto al cual ningún autor clásico se pone de acuerdo es el del viaje de los Argonautas.  Hay quien lo cita en la juventud de Heracles; otros tras el cuarto, octavo, o noveno trabajo; incluso alguno después de terminar las pruebas.  Eratóstenes(3) incluso lo data en 1225 a.C.; pero esa fecha no es posible si, como sucede, los protagonistas de la guerra de Troya son descendientes (en segunda generación) de los navegantes del Argo; además, por entonces Heracles sería sexagenario.  Como en otros casos, sigo la opción de Robert Graves (quien a su vez se basa en Apolonio de Rodas(4), autor del poema épico que narra la gesta).

Decidí inventar la expedición en barco (y el Pitio, a imagen del Argo) pese a que las referencias clásicas se inclinan por un Heracles caminante hasta Tartessos.  Aún para una historia fantástica, me resulta excesivo, y poco coherente, imaginar al héroe atravesar a pie y solo toda la costa africana, cruzar a nado el estrecho, alcanzar la isla para enfrentarse a Gerión, y regresar a Micenas desde Eritia recorriendo España y Europa entera de nuevo a pie y conduciendo el ganado.  También Diodoro habla de flota y ejércitos en su expedición, aunque Rodrigo Jiménez de Rada, en el S. XIII, llega más lejos en su puntualización cuando indica su llegada a la península en nueve naves(5).

Espero haber acertado con estas licencias artísticas, que sirven para aportar riqueza a la historia.

NOTAS:

  1. Sosia de Giovanni Nanni, dominico viterbiense, que fabuló una pseudo Historia de España repleta de invenciones míticas; basada en textos supuestamente encontrados por un tal Beroso en unas ruinas, tuvo durante un tiempo gran influencia en la historiografía posterior.
  2. Diodoro de Sicilia, historiador romano del siglo I a.C. (San Jerónimo sitúa su madurez en el año 49), autor de la «Biblioteca Histórica» de 40 volúmenes recopilando autores anteriores.
  3. Eratóstenes de Cirene (276–194 a.C.), gran matemático, astrónomo y geógrafo griego, de posible origen caldeo.
  4. Apolonio de Rodas (295–215 a.C.), poeta griego, autor del poema épico «Argonauticas»
  5. En su “Historia de rebus Hispaniae”, escrita por encargo de Fernando III.  En ella, tras derrotar a Gerión, recorre toda Hispania hasta Galicia, donde deja ocho naves. Con la novena llegará a Barcelona (Barchinona según él, por esa barcha nona).

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Heracles. El Oráculo de Delfos.

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Alcides, tras la muerte de sus hijos a causa de su locura, cae en una depresión sin límite.  Mégara le odia por ello.  Acude a su gran amigo, el rey Tespio, quien le purifica; pero no le evita remordimientos, ni el acoso que sufre por parte de las Erinias; y le recomienda acudir al Oráculo de Delfosdonde se dirige en compañía de Yolao.  Deileonte, sacerdote de Apolo, perteneciente a la casta superior de los Labríadas, es quien lo recibe y acompaña.  Años más tarde, en los jardines de Tinge, junto a Nórax, recordará  aquella extraordinaria experiencia:

»Pronto alcanzamos nuestro destino, la gruta primigenia que alberga en su interior el adyton, el gran santuario; allí se alojó tiempo atrás la Pitón original, y en él se encuentra su tumba, sobre la que se sienta la sibila, una joven aún virgen, cuya pureza garantiza la respuesta más certera.  Tiene forma de colmena, con ocho nichos laterales habitados por otras tantas serpientes drogadas, dormidas en todo momento, pero que sisean y se retuercen cuando la mujer entra en trance para facilitar su comunicación con el más allá.  La pitonisa se sitúa tras una fina cortina semi transparente que la preserva, y que sólo permite una visión de siluetas y sombras generadas por la lumbre que calienta un caldero, colocado en el trípode metálico ceremonial.  Allí los visitantes no hablan, y es el sacerdote quien transmite a la sibila su consulta.  Luego ésta emite su respuesta, en verso; pero como ellos no la entienden es el sacerdote de nuevo quien la traduce.

He de confesar que en la mayoría de las ocasiones sus palabras son poco coherentes, o tan difusas y vagas que yo mismo debo poner cierto orden en la traducción; en todo caso, obliga a los consultantes a interpretar la misma según consideren más apropiado. Sin embargo, en aquella ocasión, la respuesta fue clara y contundente, directa y perfectamente ajustada a los hechos que yo conocía de su realidad pasada.  Traducidas, éstas fueron sus palabras:

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»Levántate, hombre, y muere al pasado.

»Sin nombre claro tu vida se pierde en el olvido
de un deber, que no has cumplido
por orgullo, y para el que fuiste engendrado.
Alcides fuiste llamado, mas perseida es tu renombre.

»El trueno, allá en el monte, ve cómo el pavo real
construye un nuevo altar donde enterrar el pasado.
Contra hombres has luchado.  Pero hoy de ti se espera
que, a mayor Gloria de Hera, forjes un nuevo destino.

»Diez veces, en el camino, habrás de purgar tu pena;
más sólo si la cadena es aquel que tú has negado
podrás haberla pagado y superar la condena.
Finalmente, en el Olimpo, alcanzarás tu trofeo y suerte.

»Acepta pues hoy, Alcides, la muerte, que te reclama
como la luz de una llama, por tus pecados pasados.
Sé ese fuego que quema cuando derrite la cera
y vive, como Gloria de Hera, la vida que has alumbrado.

Nunca antes percibí tanta claridad en un oráculo. El propio Alcides debió sentir algo parecido, pues aún sin comprender la totalidad del razonamiento, y mientras mi voz traducía y tornaba en verso las palabras de la sibila en trance (admitirás que es una experiencia extraordinaria, que exige un gran entrenamiento y agilidad mental para hacer todo al mismo tiempo y que, además, quede bien), se levantó de su asiento y despertó de la apatía. Su mirada recobró un brillo que tenía perdido y su voz sonó fuerte y poderosa, pero serena, cuando dijo:

—Sacerdote, hay cosas que has de aclararme: no entiendo algunos párrafos que citas; otros, mal que me pese, los tengo bien claro.

—¡Pero yo no puedo hacer eso! –contesté, algo cohibido.  Me impresionó su enorme estatura, agigantada aún más ahora por la auto estima que empezaba a recuperar y la resolución con que me encaraba.  A los sacerdotes de Apolo nos está prohibido terminantemente realizar interpretaciones del oráculo; son los propios consultantes quienes deben hacerlo, aunque no pocas veces se recurre a la ayuda de terceros.

—Como sabes bien, mi señor Alcides –añadí–, no soy más que un simple traductor de palabras, pronunciadas en trance por la sibila, a través de la cual habla el propio Apolo.  Jamás osaría, y te pido que no me fuerces a ello, a interpretar palabras divinas; menos aún en su presencia, o dentro del templo.

Supe por su mirada que había captado los matices sutiles de mi voz en la última frase.  Pareció tranquilizarse, y después de meditar unos instantes, comentó:

—Tienes razón, hombre santo, y te pido que disculpes mi torpeza, causada por la ansiedad de alcanzar una solución a mis tormentos.   Más, por favor, no vuelvas a dirigirte a mí con ese nombre olvidado.  Como bien has dicho (tú o tu dios) a través del oráculo, Alcides ha muerto esta noche: a partir de hoy todos han de conocerme por el nombre de Heracles (*).

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[Extraído de Nórax de Tartessos III: Gloria de una Diosa, donde se ofrece una explicación completa al oráculo]


(*) Heracles significa, literalmente, Gloria de Hera.

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Heracles. El enigma de un nombre

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Uno de los temas que más me ha intrigado siempre era el del nombre, Heracles.  Etimológicamente, significa Gloria de Hera; y, sin embargo, Hera, en todas las leyendas del personaje es considerada su enemiga (por su enfrentamiento con Zeus) y protectora de su primo-tío Euristeo, el verdadero enemigo del tirintio.  Algo no cuadraba.  Y consideré necesario encontrar un buen motivo que lo justificase.

Éste apareció, principalmente, de la mano de Robert Graves (de quien me declaro no sólo admirador sino deudor eterno) y su enfoque de la historia bajo un punto de vista que podemos considerar feminista (o, mejor aún, explicativo de la opresión machista que desde entonces ha dominado la sociedad).   Continuando ideas ya expuestas en los años 30 por Jean Ellen Harrison, o Marija Gimbutas más tarde, el autor, en la mayoría de sus obras, proyecta su tesis del matriarcado primigenio existente en la humanidad, el culto a la Gran Madre, la Triple Diosas (su Diosa Blanca ), y los numerosos ataques sufridos por esta institución a partir de la llegada de los dioses indoeuropeos impulsores del patriarcado.  Siguiendo sus pasos, novelar las tareas de Heracles (y otras acciones heroicas similares) bajo el prisma de ataques argivos al concepto del matriarcado resultó fácil.  También lo fue envolver estas tareas en otra empresa de mayor calado, como el transformar la cultura ancestral de adoración a la Gran Diosa, creadora y madre de todo, en la que la mujer era parte primordial, en ese otro nuevo culto que, glorificando también a esa otra diosa que la sustituía ( Gloria de Hera) y manteniendo su misma base y sustento inicial, ahora lo hacía supeditada a los designios de un dios varón, Padre de todos.   Un planteamiento no carente de lógica, dado que aprovechar raíces pretéritas, adoptarlas, y trasformarlas para acrecentar el propio culto, imponiendo de paso el dominio y hegemonía del varón, es lo que han hecho prácticamente todas las religiones, incluida la cristiana.

¡¡Gloria por siempre a Zeus !! … o eso dicen, desde entonces.

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Heracles, personaje con vida propia.

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Confieso que cuando inicialmente concebí la historia, su protagonista indiscutible iba a ser Nórax.  Tal vez bajo un concepto algo diferente al del héroe épico tradicional, y convertido más en testigo de los hechos que en su generador, pero protagonista al fin y al cabo.  Desde un primer momento tuve claro que al final de su primer relato (Sombras de Luz en la Oscuridad) sería recogido por Heracles en su trayecto hacia Eritia, donde iba a realizar su décimo trabajo para Euristeo; ello me daba pie a aprovechar la estela indiscutible del mayor héroe griego conocido para «lanzar» mi personaje.  Pensaba hacer de Nórax su compañero en la tarea, camarada en labores; también que el argivo terminase siendo villano en una historia que, planteada desde un punto de vista autóctono (y Nórax es tartesio, no lo olvidemos), no era sino un ataque extranjero a los habitantes de un país pacífico y tranquilo; aunque no lo hiciese por deseo propio sino impuesto, obligado por capricho de los dioses (así quedó planteado en otro relato paralelo del personaje,  Nórax, situado en algún momento de su posible futuro: Una ciudad lejana, perdida en la niebla del tiempo).

Sin embargo, en el proceso creativo de construcción de la historia, el personaje de Heracles cobró vida propia y se me escapó de las manos; poco a poco, como el héroe que representa, fue tomando él sólo las riendas de la novela, construyendo su propia vida de ficción, para terminar erigiéndose en protagonista absoluto de la misma.  Al menos en esa parte del relato, en la que Nórax queda convertido en un mero testigo de los hechos.

Es verdad que la inmensa documentación disponible acerca del personaje, posiblemente la más extensa de los mitos helenos (excepto, quizás algún dios principal) facilitó esa tarea.  También lo es que toda ella se encuentra tan deslavazada e inconexa (juventud, tareas, empresas y otras aventuras adyacentes), que a veces no mantienen una coherencia medianamente lógica, y en ocasiones incluso parece que no dieran tiempo a ser realizadas todas en sólo una vida (como esas historias de personajes sobre-explotados, de las que Conan el bárbaro es claro exponente).   Sin embargo, cuanto más me sumergía en su vida, o la de otros mitos que aprovechan la presencia del personaje para enriquecer la suya propia, más posibilidades y motivaciones aparecían.  Y más vida propia cobraba el personaje; que, como digo, se fue construyendo sólo.

Para empezar, he aquí  la genealogía Perseida (sólo se incluyen personajes que aparecen en la historia), tal y como Deileonte se la relata (y dibuja) a Nórax, en el jardín de Tinge:

dinastia-perseida-2