El Regreso de Nórax

Han pasado varios años desde que se publicó el volumen anterior de la Saga, en que Nórax quedaba en posición comprometida, arrojado de El Pitio al mar por una ola desenfrenada, hundiéndose sin remedio en un mar embravecido.

Años, en los que la historia que continuaba ha estado escrita, pero no publicada. Años que he dedicado más al blog personal de noticias y reseñas sobre género fantástico, que finalmente ha conseguido llamarse Berserkr, una vez he podido recuperar el nombre del fanzine como dominio (aunque ahora se encuentra también algo abandonado).

Pero sí, la historia de Nórax continúa, y sus aventuras junto a Heracles finalizan, en Eritia, la Isla Roja, convertido ahora en ese heraldo que anunció la diosa, preludio de muerte… junto al terror mas abyecto y primordial de Discordia, y el amor de Eriteia.

 

Gerión. Extraña figura triple.

Heracles y GerionYa en tiempos pretéritos, muy cercanos al mito que describimos, la figura de Gerión –o Geriones– fue causa de un extraño atractivo entre los griegos, muy superior al de cualquier otro de los numerosos personajes que aparecen en las tareas y gestas que realizó Heracles, su héroe por antonomasia.  Vasijas, platos y pinturas de frescos murales reproducían su concepto triple, representado en la ficción poética como un ser de tres cuerpos (a veces, incluso con alas).  Un éxito achacable, con seguridad, a una concepción exótica del personaje.

Porque si algo queda claro en el trasfondo del mito, y de ahí su importancia, es que Gerión, su naturaleza y carácter triple, no es de origen griego, sino que proviene de una cultura externa.  Al contrario que otros personajes y familiares, el nombre de Gerión, como el de Nórax, parece tener carácter autóctono de Tartessos.  Algunos han querido ver en él  cierta influencia babilonia (por las numerosas semejanzas entre los mitos de Heracles y Gilgamesh), o indoeuropea (por la trinidad de Indra, Mitra y Varuna).  Otros –Robert Graves entre ellos–, se inclinan por la celta-irlandesa (Brian, Iuchar e Iucharba, cuyo hijo era el dios Sol celtíbero: LlewLug o Lugo)…  aunque parece olvidar que el mito tartesio es anterior a los celtas, y que incluso hay quienes sitúan ciertos orígenes celtas en la península ibérica.

La tardía aceptación de Tartessos como realidad no ficticia ha contribuido a generar esa cierta dispersión, la falta de criterio y fuerza para afirmar la opción autóctona frente a influencias externas.  Hoy, sin embargo, podemos defender –con tanta fuerza al menos como las anteriores teorías– un origen tartesio para el personaje, y corroborarlo con textos de autores de prestigio como los ya citados Bermejo Barrera, Maluquer de Motes, Caro Baroja, o Vázquez Hoys.

Gerión era un personaje de carácter triple que, al amparo de un culto imaginario a la Triple Diosa imperante en la isla crepuscular de Eritia, me interesaba desarrollar.

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Heracles. Sobre Trabajos y otras Tareas.

No todos los autores que enfocan el tema se ponen de acuerdo en el orden de las tareas impuestas a Heracles.  Es más, pocos coinciden realmente en varias de ellas.  En mi caso, y puesto que no afecta a la secuencia de las historias, opté por utilizar el propuesto por el maestro inspirador, Robert Graves, tanto en «El Vellocino de Oro» como «Los Mitos Griegos».

He procurado incluir también algunas de las tareas menores incorporadas a su biografía, en orden supuestamente cronológico; como su participación en la boda de Admeto, la expedición de los argonautas, la resurrección de Alcestis, o el enfrentamiento con Anteo.  Concretamente en este último caso tampoco hay consenso entre los diferentes autores, puesto que unos lo sitúan en su décimo trabajo y otros en el siguiente (Las Manzanas de Oro del jardín de las Hespérides, de nuevo en el confín tartesio del mundo).  Me ha gustado recogerlo junto al de Gerión, como ya hiciera a finales del siglo XV Annio de Viterbo(1) en su «Commentaria», siguiendo a Diodoro Sículo(2).

Otro episodio respecto al cual ningún autor clásico se pone de acuerdo es el del viaje de los Argonautas.  Hay quien lo cita en la juventud de Heracles; otros tras el cuarto, octavo, o noveno trabajo; incluso alguno después de terminar las pruebas.  Eratóstenes(3) incluso lo data en 1225 a.C.; pero esa fecha no es posible si, como sucede, los protagonistas de la guerra de Troya son descendientes (en segunda generación) de los navegantes del Argo; además, por entonces Heracles sería sexagenario.  Como en otros casos, sigo la opción de Robert Graves (quien a su vez se basa en Apolonio de Rodas(4), autor del poema épico que narra la gesta).

Decidí inventar la expedición en barco (y el Pitio, a imagen del Argo) pese a que las referencias clásicas se inclinan por un Heracles caminante hasta Tartessos.  Aún para una historia fantástica, me resulta excesivo, y poco coherente, imaginar al héroe atravesar a pie y solo toda la costa africana, cruzar a nado el estrecho, alcanzar la isla para enfrentarse a Gerión, y regresar a Micenas desde Eritia recorriendo España y Europa entera de nuevo a pie y conduciendo el ganado.  También Diodoro habla de flota y ejércitos en su expedición, aunque Rodrigo Jiménez de Rada, en el S. XIII, llega más lejos en su puntualización cuando indica su llegada a la península en nueve naves(5).

Espero haber acertado con estas licencias artísticas, que sirven para aportar riqueza a la historia.

NOTAS:

  1. Sosia de Giovanni Nanni, dominico viterbiense, que fabuló una pseudo Historia de España repleta de invenciones míticas; basada en textos supuestamente encontrados por un tal Beroso en unas ruinas, tuvo durante un tiempo gran influencia en la historiografía posterior.
  2. Diodoro de Sicilia, historiador romano del siglo I a.C. (San Jerónimo sitúa su madurez en el año 49), autor de la «Biblioteca Histórica» de 40 volúmenes recopilando autores anteriores.
  3. Eratóstenes de Cirene (276–194 a.C.), gran matemático, astrónomo y geógrafo griego, de posible origen caldeo.
  4. Apolonio de Rodas (295–215 a.C.), poeta griego, autor del poema épico «Argonauticas»
  5. En su “Historia de rebus Hispaniae”, escrita por encargo de Fernando III.  En ella, tras derrotar a Gerión, recorre toda Hispania hasta Galicia, donde deja ocho naves. Con la novena llegará a Barcelona (Barchinona según él, por esa barcha nona).

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Las tres Lunas: Calírroe, Nedea, Eriteia.

Personajes fundamentales de la obra, la Tríada de Sacerdotisas de la Triple Diosa en Eritia se verá inmersa en los acontecimientos debido a una intensa relación directa con Silein.   Son las Tres Lunas, herederas de Medusa y sus hermanas, y serán ellas quienes convoquen la Luna Roja, para salvar a Imiel y la diosa de las garras de Orghión, Señor de la Oscuridad, y un Nórax poseído.

En agradecimiento, las Sacerdotisas de Silein recibirán un oráculo de la propia diosa, que les advierte del nuevo peligro que acecha a los suyos, mientras se debaten en cuestiones personales:

Sacerdotisas (tarot)

Calírroe, la Luna Menguante, la Sabia, es líder espiritual del reino. Su conexión con la diosa es total, y siempre ha beneficiado al pueblo. Pero el oráculo le hace revivir fantasmas del pasado, y un secreto escondido a todos hasta el momento: la existencia de una Luna Negra, que será causante de mal que se avecina. Si el presagio de muerte se hace realidad, nadie en la isla podrá eludir el destino que antaño sufrió su antecesora Medusa a manos de Perseo, también argivo, como los que se acercan por mar…

Nedeala Luna Llena, llora en silencio la carencia de ese don especial que disponen Eriteia, su hija, y Calírroe, su maestra, y le ha sido negado a ella. Su consuelo es ser la compañera de Gerión, rey triple como la diosa, y amante tres veces más satisfecha que cualquier otra mujer.   Sin embargo, la crisis acentúa en ella una sospecha que amenaza la unidad de la Tríada, debido a un oscuro secreto que la Alta Sacerdotisa se obstina en mantener oculto…

Eriteia, la Luna Creciente, abandona la Tríada tras entregar su virginidad a la diosa.   Ante ella se abre ahora un mundo nuevo, de amor y sexo, que ha mantenido alejado mientras ejercía el cargo, y sueña con su primera experiencia. Pero en su mente se enfrentan la promesa infantil que hiciera un día al joven pastor Menetes y un desconocido, al que amó Silein y ella sintió a distancia, gracias al vínculo especial que mantiene con la diosa; don que comparte con la gran sacerdotisa Calírroe, su abuela.   Durante la ceremonia de la Gorgona participa en una visión junto a Lete, su sucesora, que muestra a Nórax navegando hacia la isla junto a los aqueos…, el peligro que anunció la diosa.

Imagen de Bob Woods

Heracles, personaje con vida propia.

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Confieso que cuando inicialmente concebí la historia, su protagonista indiscutible iba a ser Nórax.  Tal vez bajo un concepto algo diferente al del héroe épico tradicional, y convertido más en testigo de los hechos que en su generador, pero protagonista al fin y al cabo.  Desde un primer momento tuve claro que al final de su primer relato (Sombras de Luz en la Oscuridad) sería recogido por Heracles en su trayecto hacia Eritia, donde iba a realizar su décimo trabajo para Euristeo; ello me daba pie a aprovechar la estela indiscutible del mayor héroe griego conocido para «lanzar» mi personaje.  Pensaba hacer de Nórax su compañero en la tarea, camarada en labores; también que el argivo terminase siendo villano en una historia que, planteada desde un punto de vista autóctono (y Nórax es tartesio, no lo olvidemos), no era sino un ataque extranjero a los habitantes de un país pacífico y tranquilo; aunque no lo hiciese por deseo propio sino impuesto, obligado por capricho de los dioses (así quedó planteado en otro relato paralelo del personaje,  Nórax, situado en algún momento de su posible futuro: Una ciudad lejana, perdida en la niebla del tiempo).

Sin embargo, en el proceso creativo de construcción de la historia, el personaje de Heracles cobró vida propia y se me escapó de las manos; poco a poco, como el héroe que representa, fue tomando él sólo las riendas de la novela, construyendo su propia vida de ficción, para terminar erigiéndose en protagonista absoluto de la misma.  Al menos en esa parte del relato, en la que Nórax queda convertido en un mero testigo de los hechos.

Es verdad que la inmensa documentación disponible acerca del personaje, posiblemente la más extensa de los mitos helenos (excepto, quizás algún dios principal) facilitó esa tarea.  También lo es que toda ella se encuentra tan deslavazada e inconexa (juventud, tareas, empresas y otras aventuras adyacentes), que a veces no mantienen una coherencia medianamente lógica, y en ocasiones incluso parece que no dieran tiempo a ser realizadas todas en sólo una vida (como esas historias de personajes sobre-explotados, de las que Conan el bárbaro es claro exponente).   Sin embargo, cuanto más me sumergía en su vida, o la de otros mitos que aprovechan la presencia del personaje para enriquecer la suya propia, más posibilidades y motivaciones aparecían.  Y más vida propia cobraba el personaje; que, como digo, se fue construyendo sólo.

Para empezar, he aquí  la genealogía Perseida (sólo se incluyen personajes que aparecen en la historia), tal y como Deileonte se la relata (y dibuja) a Nórax, en el jardín de Tinge:

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NÓRAX II – Las Columnas de Heracles

LAS COLUMNAS DE HERACLES

(CANCIÓN PARA TRES LUNAS)

Volumen II de la saga, ya disponible en Bubok

Portada y contraportada Nórax II

Tartessos, año 1249 a.C. 

Nórax es recogido del mar por una expedición aquea comandada por Heracles, quien navega rumbo a Eritia, la isla del rey Gerión.

 El tartesio se convierte así en testigo y partícipe involuntario de una aventura épica plagada de mitos: Tisífone, Erinia de la venganza; las Cien Manos de Briareo; la hermosa y calculadora Tinge, o Anteo, el cruel hijo gigante de la diosa Tierra, que desafía a Heracles a un combate singular.

En Eritia también conviven los mitos:

Gerión, Calírroe, Eriteia, Crísaor, Pegaso, Euritión… personajes que sin saberlo son actores de una lucha ancestral entre dioses, un enfrentamiento religioso que esconde en realidad un interés por destruir los restos de la sociedad matrilineal y a la mujer como centro de decisiones, para implantar otra de dioses varones, origen de nuestra cultura actual.

Tras el cuento que sirvió de prólogo, este volumen da inicio real a la saga de Nórax, una aventura clásica de Fantasía Heroica ambientada en Tartessos, ampliamente documentada en raíces mitológicas, en la que el autor intercala un atrevido análisis personal del profundo cambio cultural que subyace en los mitos, en línea con las tesis propugnadas por Robert Graves o Marija Gimbutas.